domingo, 25 de octubre de 2009

habituación

es inevitable
todos los domingos
tiran el diario y me teletransporto a Dresden en el '45


sábado, 24 de octubre de 2009

lindo



felicidad.

(Del lat. felicĭtas, -ātis).


1. f. Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien.

viernes, 23 de octubre de 2009

polidipsia psicogénica

me levanté y tomé el jugo de 10 naranjas
that's what i call somatización


o histérica hija de puta

jueves, 22 de octubre de 2009

pragmatismo y semántica

Humpty Dumpty sat on a wall.
Humpty Dumpty had a great fall.
All the king's horses and all the king's men
Couldn't put Humpty together again.

miércoles, 21 de octubre de 2009

dudududu

here comes the fishhead singing
here comes the baked potato in drag
here comes nothing to do all day long
here comes another night of no sleep
here comes the phone wringing the wrong tone
here comes a termite with a banjo
here comes a flagpole with blank eyes
here comes a a cat and a dog wearing nylons
here comes a machine gun saying
here comes bacon burning in the pan
here comes a voice saying something dull
here comes the story of the hurricane chucuchunnnn the man the authorities came to blame chucuchunnnn

jueves, 15 de octubre de 2009

je t'adore


avanzo en los ataques y trepo en los asaltos
como junto a un cadáver un coro de gusanos,
y amo tiernamente, bestia implacable y cruel,
incluso tu frialdad, que aumenta tu belleza.

Ch. B.
Si hubiera sospechado lo que se oye después de muerto, no me suicido.

Apenas se desvanece la musiquita que nos echó a perder los últimos momentos y cerramos los ojos para dormir la eternidad, empiezan las discusiones y las escenas de familia.

¡Qué desconocimiento de las formas! ¡Qué carencia absoluta de compostura! ¡Qué ignorancia de lo que es bien morir!

Ni un conventillo de calabreses malcasados, en plena catástrofe conyugal, daría una noción aproximada de las bataholas que se producen a cada instante.

Mientras algún vecino patalea dentro de su cajón, los de al lado se insultan como carreros, y al mismo tiempo que resuena un estruendo a mudanza, se oyen las carcajadas de los que habitan en la tumba de enfrente.

Cualquier cadáver se considera con el derecho de manifestar a gritos los deseos que había logrado reprimir durante toda su existencia de ciudadano, y no contento con enterarnos de sus mezquindades, de sus infamias, a los cinco minutos de hallarnos instalados en nuestro nicho, nos interioriza de lo que opinan sobre nosotros todos los habitantes del cementerio.

De nada sirve que nos tapemos las orejas. Los comentarios, las risitas irónicas, los cascotes que caen de no se sabe dónde, nos atormentan en tal forma los minutos del día y del insomnio, que nos dan ganas de suicidarnos nuevamente.

Aunque parezca mentira —esas humillaciones— ese continuo estruendo resulta mil veces preferible a los momentos de calma y de silencio.

Por lo común, éstos sobrevienen con una brusquedad de síncope. De pronto, sin el menor indicio, caemos en el vacío. Imposible asirse a alguna cosa, encontrar una asperosidad a que aferrarse. La caída no tiene término. El silencio hace sonar su diapasón. La atmósfera se rarifica cada vez más, y el menor ruidito: una uña, un cartílago que se cae, la falange de un dedo que se desprende, retumba, se amplifica, choca y rebota en los obstáculos que encuentra, se amalgama con todos los ecos que persisten; y cuando parece que ya se va a extinguir, y cerramos los ojos despacito para que no se oiga ni el roce de nuestros párpados, resuena un nuevo ruido que nos espanta el sueño para siempre.

¡Ah, si yo hubiera sabido que la muerte es un país donde no se puede vivir!


O. G.

martes, 13 de octubre de 2009

le moustache

Vivimos en el salón viendo como cae la lluvia. No se puede salir con este tiempo horroroso; entonces hacemos teatro. Que estúpidas son, querida, las obras de teatro del repertorio actual. Todo es forzado, todo es grosero, pesado. Las bromas impactan como las balas de cañón, rompiéndolo todo. Ni rastro de espíritu, de naturalidad, ningún humor, ninguna elegancia. Estos literatos por cierto no saben nada del mundo. Ignoran por completo como pensamos y como hablamos nosotros. Tolero perfectamente que desprecien nuestras costumbres, nuestras convenciones y nuestros modales, pero no les permito en absoluto que no los conozcan. Para ser finos, hacen juegos de palabras que podrían servir para alegrar un cuartel militar; para ser joviales nos sirven un ingenio que han debido cosechar en las alturas del bulevar exterior, en esas cervecerías llenas de artistas en las que se repiten, desde hace cincuenta años, las mismas paradojas de estudiante.
En fin, hacemos teatro.


Maupassant.-

lunes, 12 de octubre de 2009

tonight, tonight

no hay que vivir así
porque antes que tu madre,
mucho antes que el dolor,
e l a m o r c a m b i a t u s a n g r e

toma dos

mi hermana se acercó con una mini-mecedora y un peluche
"soy el padrino"
dice la piba

jueves, 8 de octubre de 2009

i made a mistake

i reached up into the top of the closet
and took out a pair of blue panties
and showed them to her and
asked "are these yours?"


Ch. B.

domingo, 4 de octubre de 2009

aplastamiento de las gotas

Yo no sé, mirá, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo,
afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro qué hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana,
se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea,
ya va a caer y no se cae, todavía no se cae.
Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes mientras le crece la barriga, ya es una gotaza que cuelga majestuosa y de pronto zup ahí va, plaf, deshecha, nada,
una viscosidad en el mármol.
Pero las hay que se suicidan y se entregan en seguida,
brotan en el marco y ahí mismo se tiran,
me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse.
Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.
J. C.

song, song, song, sing, sing, sing, sing, song

The warm bodies
shine together
in the darkness,
the hand moves
to the center
of the flesh,
the skin trembles
in happiness
and the soul comes
joyful to the eye

A. G.

jueves, 1 de octubre de 2009