«Mi yo es algo que debe ser superado: mi yo es para mí el gran desprecio del hombre»: así dicen esos ojos.
El haberse juzgado a sí mismo constituyó su instante supremo: ¡no dejéis que el excelso recaiga en su bajeza!
No hay redención alguna para quien sufre tanto de sí mismo, excepto la muerte rápida.
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